Mentir requiere un proceso más complejo que decir la verdad. Es necesario tener un desarrollo cognitivo avanzado y ciertas habilidades sociales.
Uno de las situaciones que tarde o temprano tenemos que enfrentar como padres, es el momento en el que descubrimos que nuestros hijos están mintiendo. Cuando los niños son pequeños, no es clara la frontera entre mentira y fantasía, y ahí recurrimos al contexto para tratar de aclarar en cuál de estas dos categorías nos debemos situar; pero ¿qué sucede cuando esta etapa se ha superado y la única verdad es que nos enfrentamos a nuestros hijos mintiendo?
La mentira en los adolescentes se mueve dentro de un contexto totalmente distinto al de la mentira de los niños pequeños.
Revista Edu.co consultó con una de nuestras colaboradoras para conocer su opinión sobre este tema. Vicky Nogales, Psicóloga graduada de West Texas A&M con posgrado en Psicología Educativa, Terapeuta Familiar Sistémica y Profesora adjunta de la Universidad Católica del Uruguay, es una gran conocedora del tema, no solo en la investigación, sino por los casos que su práctica profesional le ha presentado, sino en la experiencia son el Counseling Familiar y Educativo.
Vicky, da su visión sobre esta dinámica: “Los adolescentes mienten por diversas causas; las más comunes son la búsqueda de aprobación por parte de sus pares o padres y por evitar castigos y responsabilidades. Mentir requiere cierto desarrollo intelectual. Para mentir, el adolescente debe reconocer la verdad y luego concebir una realidad alternativa capaz de «vendérsela» a otro. Por lo tanto, mentir requiere de un desarrollo cognitivo avanzado y de habilidades sociales que, por el contrario, al decir la verdad no se necesitan”.
¿Cuándo debemos preocuparnos?
“Cuando la mentira en los adolescentes se vuelve sistemática, intencional y al emisor no le importan las consecuencias. Debemos estar alertas a estos factores ya que generalmente están vinculados a problemas mayores como el abuso de sustancias, violencia familiar o trastornos psicológicos. Cuando las razones que llevan a mentir, son menos complicadas y están más relacionadas a los aspectos que destacamos al inicio, debemos centrarnos en hacerlos tomar consciencia de las consecuencias para los demás y más importante aún, debemos ayudarles a ver que su identidad no debe depender de una mentira o varias, que una vez que mentimos, es necesario mentir más veces para que la historia cierre y que tarde o temprano la verdad sale a la luz. Es necesario fortalecer su autoestima para que vean que tienen herramientas de cómo enfrentar la realidad sin necesidad de hacerlo”.
“Por otra parte nos enfrentamos a que los adolescentes también suelen mentir por razones más «altruistas», por decirlo de algún modo, que es no diciendo cosas que puedan dañar a otro, como por ejemplo no decirle que no nos gusta como se ve o que no nos gusta lo que nos regalaron. Esta forma de mentir es de algún modo premiada por los padres y la sociedad al percibir y ponderar esta acción como «cortés» cuando en realidad sabe, que el adolescente mintió para no herir. Otra forma es omitir información que sabe puede generar celos o resentimientos en otros como ser lo bien que la pasa con otra persona. En el caso de padres divorciados comúnmente es no contarle al otro sobre lo fantástica de la nueva pareja de los mismos o lo bien que pasan con ellos. La mentira además, está relacionada a la etapa de desarrollo moral en la cual se encuentra el adolescente y los valores que ha ido incorporando a lo largo de su desarrollo emocional. Hay mentiras que sirven para «el bien común» por lo que si es para que otro este mejor, pensando en que así nadie sale dañado, lo hacemos. Un ejemplo de esto puede ser el personaje de «La vida es bella» cuando el papa decide no contarle la verdad a su hijo de que están en un campo de concentración, así no lo daña porque la verdad se presenta como insoportable”, concluye Vicky.
Para evitar que las mentiras se conviertan en un problema y que lleguen a ser parte de la forma de relacionarse el adolescente con el mundo, la doctora Nogales, nos aconseja lo siguiente: “Es importante abrir canales de comunicación con el adolescente de modo que le mostremos que entendemos que la franqueza muchas veces crea conflictos, que mintiendo, se pueden evitar, pero hay que recalcarles que más tarde o más temprano, enfrentaran las consecuencias a sus actos”
Sin embargo, y apelando a la honestidad es importante reconocer que como adultos muchas veces mentimos sobre cosas que no tienen ninguna importancia para nosotros, pero que al fin y al cabo son mentiras; como negarnos a pasar al teléfono cuando llama un encuestador, o decir que nos podemos ir a una reunión porque nos sentimos mal, y la realidad es que no queremos o no podemos. Debemos plantearnos que tan aceptada esta en nuestra cotidianidad la mentira, y con esto, recapacitar en cómo enfrentar ese tema con nuestros hijos mintiendo. ¿Sirve la teoría cuando en la práctica el comportamiento es otro? Como dice nuestra asesora en el tema «como todo en la vida, nada más importante que predicar con el ejemplo”.
En un estudio realizado por la Dra. Darling de Penn State University, para medir las mentiras y el tipo de las mismas en adolescentes, de las 36 temáticas que les daban para elegir, el 98% estuvo de acuerdo en que les mentían a sus padres en 12 temáticas específicas. Dichas temáticas se centraban en: uso del dinero, con quién salían, qué película habían visto en el cine, la ropa que se ponían o el consumo de alcohol o drogas.
Otro de los aspectos del estudio era analizar la importancia del valor de la confianza y la franqueza en los adolescentes. El 98% dijo que era esencial en las relaciones personales y que mentir era malo moralmente.
Otra de las conclusiones, dice que los niños que crecieron en familias donde se les permite el libre pensamiento y las discusiones, son menos propensos a mentir, a aquellos que han crecido en hogares donde se escucha comúnmente, «porque lo digo yo» o «así debe ser y punto”.
Decir la verdad no siempre es fácil, pero está en nuestras manos, demostrar que cualquier situación que se deba afrontar como consecuencia de la sinceridad es mejor y nos traerá más tranquilidad que enfrascarnos en una mentira.
Créditos
Por: Paola Bermúdez
Especial para Revista Edu.co
Fuente:
Bermúdez, Paola. Cuando un adolescente miente. En: Revista Edu.co. No. 13 (agosto, 2013); p.34 ISSN 2145 7328