Permitir al niño ser quién quiera ser.

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Este mes en “Un cuento, un libro, una experiencia educativa con PNL y Coaching Creativo” quiero hablar de las etiquetas que ponemos en ocasiones a los niños. El artículo está basado en uno de mis cuentos.

 

“En la Selva de Yuma”. Empiezo hablando primero del cuento. Empieza en Nochebuena, donde una mamá lee un

cuento a su hija. En la historia se mezclan diferentes personajes: una familia, animales, princesas y príncipes, en medio de una selva, en busca de una figura de piedra de Buda que les dará respuestas. Una historia llena de aventuras, fantasía, magia y color, donde al final el niño tendrá que cuestionarse si la historia es real o inventada.

 

Entre los valores del cuento está que el niño pueda verse más allá del personaje que le han impuesto los demás. A veces desde pequeños nos etiquetan por ciertas acciones que hemos podido realizar. De ahí, etiquetas como: el empollón, el rebelde, el egoísta, el holgazán, la bailarina, la torpe, el payaso, el pijo y un largo etc. Pero estas etiquetas no son lo que somos. Por poner un ejemplo, quizá en un determinado momento nos hemos comportado de forma egoísta, pero eso no significa que seamos egoístas. Quizá, sí hemos tenido ciertas acciones que parecen confirmarlo, pero esas acciones han sido generadas por ciertas emociones internas. Si nos creemos que somos esa etiqueta, nos pasaremos toda nuestra vida comportándonos de esa forma, incluso creyendo que es la única forma de conseguir las cosas.

 

También puede ser que esas acciones que consideramos egoístas en realidad no lo sean, que estemos equivocados. Y esa creencia podría acompañar un sentimiento de no merecimiento, lo que puede hacer que nos saboteemos cuando nos están pasando cosas buenas. A veces quererse, escuchar qué necesitamos y darnos el permiso, no está bien visto culturalmente y es un error. También hay que tener en cuenta que ni el niño, ni el adolescente, ni el adulto son la acción que hace o la emoción que siente. Las acciones vienen determinadas por las emociones y las

creencias. Tenemos que educar a los niños para que entiendan que todas las emociones son correctas, incluso las que catalogamos de negativas, deben expresarse. Sólo las acciones son las que hay que corregir si no nos benefician a nosotros o a los demás. ¡No somos ni las emociones, ni las acciones!

Siempre podemos elegir quién queremos ser, siempre podemos pedir perdón y rectificar. Esto es lo que hay que transmitir siempre a los niños.

El cuento también incluye una visualización creativa para que el adulto realice en el niño, invitándole a ser él mismo fuera de cualquier etiqueta, potenciando estas ideas.

Y para anclar aún más estos conceptos en los niños, a continuación, explico otro ejercicio que ellos pueden realizar. Coaching a través del dibujo: Dibujar un cuento donde el niño sea el protagonista y elija su personaje. El ejercicio sería que el niño dibujara una escena de un cuento inventado por él. No es necesario que dibuje todas las escenas del cuento si no se quiere, sólo con una que represente el cuento sería suficiente. Se tiene que dibujar como el protagonista y tiene que elegir el personaje que quiere interpretar en el cuento. Después de dibujarlo y pintarlo, tendría que

explicarnos el cuento. A través de varias preguntas intentaremos que nos de la máxima información sobre el protagonista. ¿Quién es? ¿Cuáles son las características de éste: su personalidad, sus talentos, cualidades…? ¿Qué papel o profesión ejerce? ¿Qué acciones realiza en el cuento? ¿Cuál es su forma de pensar en general, su actitud frente a todo lo que va pasando? Todo esto nos dará información de quién desea ser el niño, conociéndolo mejor, entendiendo

mejor sus comportamientos y potenciando, aunque sea en la imaginación, el personaje que desea ser.

 

Le animaremos a que sea ese personaje en la vida real, aplicándolo en su día a día.

Para ello podemos preguntarle: ¿Qué acciones podría hacer para parecerse al personaje de su cuento? Como el cerebro no diferencia entre lo que es real y lo que es imaginado, el niño, al enfocarse en ese personaje y sentirse como si fuese él, potencia sus emociones positivas con su equivalente armonía en el cerebro, potenciando además todas las actitudes que tiene el protagonista del cuento en él.

El acompañamiento del adulto tiene que ser sin juicio y sin dirección concreta. El niño tiene que sentirse totalmente libre de elegir el personaje que quiere ser y su historia. Esto será muy importante para su autoestima. Hay que comprender que es muy fácil llevarnos bien con un hijo o alumno que comparta nuestras ideas o gustos, ¿pero ¿qué pasa cuando son diferentes a nosotros? El niño tiene que sentir que se le acepta y ama tal y como es, con sus gustos peculiares, personalidad, etc.

 

Sólo si vemos que el niño tiene una actitud negativa o que el cuento tiene un final triste, le preguntaremos: ¿Cómo podría tener un final mejor? ¿Cómo podría potenciar más el protagonista sus talentos? ¿Cómo podría resolver lo que le sucede, etc.?

En el próximo artículo os comparto más cosas que podemos hacer con niños o adolescentes en base a cuentos o libros, potenciando el amor a la lectura, su propio autoconocimiento, desarrollo personal e inteligencia emocional.

 

Investigadora de desarrollo personal, diseñadora gráfica, ilustradora y escritora. Con 15 entre cuentos y libros publicados.

 

www.xunmundomejor.com.es

 

ACERCA DE Revista Edu

Es una publicación digital de divulgación sobre temas de formación, crianza y educación.  Dirigida a padres de familia con hijos en edad escolar (2 – 18 años), que buscan información y contenido útil para apoyar el proceso de crecimiento de sus hijos, así como soporte en requerimientos de su vida cotidiana.

 

Autor

María José Llorach, terapeuta de PNL y Coaching Creativo