Que no lo consideran realmente sexo, que desconocen sus riesgos y que se convierte en una herramienta para hacerse popular, son algunas de las razones por las cuales, el sexo oral, está siendo una práctica en aumento entre los adolescentes.
No nos estamos refiriendo a los fenómenos que hemos conocido últimamente como las fiestas semáforo o arcoíris, en las cuáles también el sexo oral hace parte del ritual y donde la intimidad y las precauciones tampoco existen. Estamos hablando del sexo oral que se está presentando en la cotidianidad de los adolescentes. Estudios recientes han dado a conocer que por diversos factores los adolescentes están haciendo de ésta práctica algo muy común en sus interacciones. No solo ha dejado de ser un tabú y se ha desmitificado sino que se está concibiendo como algo casi rutinario, común, mundano.
Son muchos los factores que hacen parte de este comportamiento y van desde la ignorancia y la desinformación hasta la necesidad y las ganas de subir en su “escala” social para ser populares, encontrando en medio de todo esto una gran confusión relacionada con los valores, la intimidad y la autoestima, entre otros.
Entonces nos enfrentamos a dos grandes tipos de motivaciones: las que van ligadas al conocimiento y las que van ligadas a la emocionalidad.
Desinformación e ignorancia
Las principales razones que salen a flote tienen que ver con aspectos tales como que creen que el sexo oral no es sexo como tal pues no hay penetración vaginal, por lo tanto, consideran (muy erróneamente, por lo menos desde mi perspectiva) que el nivel de intimidad no es tan alto como el que se da en una relación sexual con penetración.
Por otra parte existe una gran ignorancia entre los adolescentes frente a los riesgos reales del sexo oral, creen que es una forma segura de dar y recibir placer sin la preocupación de un embarazo o una enfermedad de transmisión sexual cuando el sexo oral puede llegar a provocar herpes oral, transmisión del VPH, cáncer de boca y garganta entre otros, y aunque con un riesgo de porcentaje menor, también existe la posibilidad de la transmisión del VIH.
También ha salido a flote que el uso de preservativos o láminas de látex a la hora de ésta práctica tiene una popularidad muy baja entre los jóvenes por esa misma desinformación.
Razones de fondo
Por otra parte, existe otro abanico muy amplio de razones que hacen que los chicos opten por tener sexo oral –ya sea dar o recibir-, más allá de las arriba mencionadas y adicionales también, a que es una forma de no tener que contemplar los riesgos de un embarazo, y éstas tienen que ver con el aspecto social y emocional.
Para los adolescentes, especialmente para las niñas, se ha convertido en una manera de ganar popularidad entre los chicos y también entre sus pares. Sienten que es una manera de mostrar que son liberadas y divertidas y sin embargo siguen manteniendo su virginidad. Sienten que es un término medio entre ser sexualmente inactivas pero aún no lanzarse a tener relaciones sexuales completas.
El lado peligroso
Más allá de los riesgos reales relacionados con las ETS, algo muy álgido de este fenómeno, es que esto se ha convertido en algo así como una “transacción”, una atracción física ya basta para contemplarlo. No hay mayores consideraciones, ni trascendencia, cualquier momento es apropiado, no importa lugar y tampoco la intimidad. Las fiestas son unos de los escenarios preferidos pero se ha comprobado que incluso hasta en los baños de los colegios se están observando casos.
No estamos hablando de parejas de novios donde se ha desarrollado una relación y hay respeto y amor. Estamos hablando de cualquier compañero de colegio o de barrio que haga parte del grupo social, donde no hay ningún tipo de exclusividad y tampoco intimidad.
También encontramos que hay un gran desequilibrio en términos de género. La gran mayoría de las veces son las chicas las que brindan en el sexo oral y en pocos casos, lo reciben de igual manera. Estamos entonces, enfrentándonos también al modelo de la mujer objeto de placer, donde su rol es satisfacer más no pedir, donde la necesidad de aprobación y la baja autoestima las llevan a aceptar estas condiciones y jugar esos roles.
Todos estos aspectos sumados a la presión social, pueden traer matices muy difíciles y duros de digerir para los chicos y chicas involucrados en estas prácticas, pues tarde o temprano se enfrentarán a los malestares que pueden surgir de esta dinámica. Que lo que hoy les parece muy “cool” el día de mañana les parezca censurable ya sea a su grupo de amigos, a su círculo social extendido o incluso a ellos mismos
¿Algo que podamos hacer?
Como en todo lo que se gesta en cualquier dinámica social, nunca serán todos los que hacen parte, pero siempre es bueno entender, informarnos y conocer qué es lo que está sucediendo.
Es importante tener un dialogo amplio y sincero con nuestros hijos. Entender que llegará el momento donde se despierte su deseo sexual, entenderlo como algo, no solo natural si no muy importante. Nuestro aporte se debe dirigir en dos direcciones:
-Por un lado debemos hablar con hechos, cifras y realidades, debemos conocer los aspectos físicos, los riesgos y la forma de prevenirlos.
-Por otro lado tenemos que hablar al corazón, ayudarlos a que se centren en ellos mismos, a que tomen decisiones acertadas, donde, en lo posible, cabeza, corazón y cuerpo, estén alienados. A que sepan, que decir no, es una opción y que está bien sentirse incómodos y presionados, es parte del proceso de crecer.
No podemos tener a nuestros hijos en una burbuja ni que actúen como nosotros actuamos a su edad, nada es igual, no vivimos en las mismas condiciones y en muchos aspectos la adolescencia hoy en día es bastante más difícil que antes. Nuestra opción, como lo dije antes es informarnos y acompañarlos, guiarlos y tratar de ni juzgarlos.
Reforzar los valores que como familia nos sostienen, dejarles saber qué nos parece sano, qué no y porqué, y esperar y desear para ellos una vida sexual plena sustentada en el amor y el respeto, por ellos mismos y por sus parejas.