Nos hemos estado acostumbrado a entender la naturaleza como un lugar en donde predominan la fauna y la flora sin que nos sintamos parte. Como si el concepto de la naturaleza no nos incluyera como especie.
El acelerado desarrollo de las ciudades, que han concentrado la mayoría de la población humana, ha promovido una alienación que hemos asimilado gradualmente permitiendo, inclusive, la idea de una desconexión, “un síntoma de la vida actual”, en palabras de Ross Cameron profesor de la Universidad de Sheffield, Inglatera.
La realidad es que estamos interconectados, que no podemos vivir sin ella y que todo lo que hagamos tiene impacto en la misma. Lo primero que debemos hacer es volver a valorar el soporte que es de nuestra vida como se manifiesta a traves de los diferentes servicios que nos prestan los ecosistemas ya sea de proveeduria, recreación y otros.
Reconocer esta interconexión va a permitir que nuestras acciones sean más conscientes y que busquemos así propiciar espacios para el disfrute y cuidado de la naturaleza como nuestra fuente de vida. En el 2005 Richard Louv acuñó el TDN – Trastorno por Deficit de Naturaleza por ausencia de contacto con entornos naturles, relacionandose con cuadros de ansiedad, estrés y fatiga atencional. Por lo tanto, evitar tal alienación va a ayudarnos a tener una mejor calidad de vida.
Hoy en el marco de un confinamiento forzado por el COVID 19, debemos explorar nuestro entorno inmediato buscando entrar en mayor contacto con las plantas en nuestras casas, explorando los insectos que podamos encontrarnos, compartiendo con mascotas si las tenemos o estando atentos a los cantos de los pajaros.
Esta realidad actual debe motivar a que comience un proceso de reconexión profunda y que en el momento en que tengamos oportunidad de pasar más tiempo al aire libre, pasemos a ser sujetos activos del bienestar de los ecosistemas recibiendo en contraprestación una mejor calidad de vida.
Especial para Revista Edu.co
Por: Joaquín Caraballo
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