Neuromitos en la Educación: Su influencia en el aula y en los padres de familia (22ª. Entrega)

En el siguiente artículo encontrarás la verdad acerca del funcionamiento del cerebro, las tareas que ejecuta y los estudios que se han realizado al respecto.

Mito 92: Las vacunas SRP (Sarampión, Rubeola y Paperas) provocan autismo. No es cierto. Se ha venido creyendo en muchas personas de diferentes países en el mundo que estas vacunas producen autismo. Al respecto, la neurocientífica Sarah-Jayne Blakemore (2018, p. 214) afirma: “Hace veinticinco años se afirmaba que las vacunas S R P (Sarampión, Rubeola y Paperas) provocaban autismo. En la respetadísima revista médica The Lanceancet se publicaron los resultados de un estudio que, como es lógico, gozó de gran aceptación. /…/ ni siquiera más amplios con miles de participantes, han llegado a encontrar jamás vínculo alguno entre las vacunas /mencionadas/ y el autismo”.

Mito 93: Los hombres son más propensos al autismo. No es cierto. Este es uno de los mitos contemporáneos, creado por Simón Barón-Cohen, uno de los expertos en autismo, pero que no fue aceptada esta afirmación por una deducción no bien fundamentada. Sobre este mito, los autores Steven Rose (2017, p, 67), profesor y neurocientífico de la Open University del Reino Unido, cofundador del British Neurosciencie Association y director del Brain and Behavior Research Group, junto con la catedrática de la University of Bradford del Reino Unido, Hilary Rose, afirman: “El experto en autismo Simón Barón-Cohen asegura que la intervención de la testosterona con las moléculas receptoras en un área determinada del cerebro durante la vida fetal masculiniza un cerebro, que si no, sería femenino, y esto es lo que determina una “diferencia esencial” entre ambos sexos, incluyendo que los hombres sean más susceptibles al autismo. Él lo llama “teoría de la organización cerebral”, pero tanto sus métodos como sus conclusiones, algo forzadas, acerca de las diferencias cognitivas y emocionales entre hombres y mujeres han sido muy criticadas por la psicóloga Cordelia Fine y la científica sociomédica Rebecca jordan-Young”.

Mito 94: Lo que es obvio para uno, es obvio para los demás. No es cierto. Con frecuencia, echamos mano de esta afirmación, incluso, a veces, suplantamos la palabra obvio por lógico. Se basa en la suposición de que lo que a uno le parece obvio, o lógico, lo es para todos, como si todos los cerebros estuvieran sintonizados ante las mismas situaciones, experiencias, percepciones, emociones y sentimientos, lo cual no es cierto; esta no coincidencia se ha venido denominando “asimetría”. El biólogo y neurocientífico Jhon Medina (2019.p. 197) al respecto afirma: “En 1972, los sociólogos Richard Nisbett y Edward Jones se preguntaban si esa asimetría de perspectivas es el fondo de casi todos los conflictos /…/ Estaban en lo correcto. Su observación principal fue la siguiente: la gente cree que su propio comportamiento se origina en situaciones que están fuera de su control, pero ven los comportamientos de otros como si tuvieran su origen en sus rasgos inherentes de personalidad”. Y más adelante (p. 98): “Tales asimetrías originan un fenómeno bien establecido en las neurociencias cognitivas. Todo comportamiento humano tiene muchas partes móviles, divisibles a grandes rasgos en elementos de primer y segundo planos. Los componentes de segundo plano incluyen nuestra historia evolutiva, composición genética y entorno fetal. Los componentes de primer plano incluyen niveles agudos de hormonas, experiencias previas y detonantes inmediatos ambientales” /…/ Somos sorprendentemente ciegos cuando se trata de reconocer los límites de la información extrospectiva”.

Mito 95: La religiosidad de la persona ya está determinada por sus genes. No es cierto. Acerca de esta creencia, los médicos e investigadores neurólogos Jaime Toro Gómez y Manuel Yepes Sanz (2018, 150) responden: “Heredabilidad es un término que describe la proporción de una característica específica (en este caso tener experiencias religiosas) que puede atribuirse a la información presente en los genes. /…/ Aún más interesante es que la herabilidad de las experiencias religiosas es similar a la herabilidad de la inteligencia. Aunque estos estudios pueden interpretarse como otra evidencia de la existencia de una base neurobiológica de la experiencia religiosa, en ningún momento indican que esta sea la consecuencia de la información genética de cada individuo”.

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