El consejo que le daría a mi YO más joven. Se aproximaban los 20 años de mi hija mayor y con la llegada de esta nueva década, sabía que vendrían cambios y nuevas responsabilidades para ella. La sensación de que creció de golpe, nuevamente me inundaba. Hace un par de años que vive en el exterior y está a tan solo un año de terminar sus estudios universitarios, ya aplicando a pasantías y programas de maestría.
Sentí esa ansiedad que aún recuerdo cuando me tocó a mí. Esa sensación de que te queda todo por vivir y con un bosquejo de plan de ruta, ese que más vale armarlo en lápiz porque sin duda habrá que borrar algunos trechos y redibujarlos para adaptarnos a lo que toque, claro, siempre intentando no perder el objetivo.
Mientras vivió en casa pudimos inculcarle los valores que tenemos como familia, como profesional y como ser humano, pero ahora que está lejos y se aproximan tantos cambios me pregunte, ¿qué herramientas le harán falta? Se me ocurrió que su historia se parecía mucho a la mía y pensé, “¿qué herramientas me hubieran venido bien en aquel momento?” Recordé la respuesta de Dr. Gottman cuando le preguntaron que le aconsejaría a su yo más joven. El dijo que le hubiese ayudado mucho deshacerse antes de las relaciones que no se sentían bien o no le hacían bien, que al final eso sólo lo desgastaba a uno y no le permitía poner la energía donde uno necesita y donde uno puede aportar. “Mmm… suena a buen consejo pensé”.
Supongo que, a mí, a esa edad, me hubiese gustado ser más firme y dejar relaciones que solo me desgastaban y que mantenía ya sea por compromiso, por pena, por falta de coraje de cortarlas o por la simple razón de no darme cuenta cuanto daño me hacían esas relaciones. Me propuse a escribir mi nota de feliz cumple con eso, cuando me di cuenta que mis hijos eso ya lo saben. No solo me han visto tomar la decisión de cortar con relaciones que no me hacían bien, sino también han tenido la oportunidad de pensar conmigo en relaciones que ellos sintieran, no les hacían bien y acompañarlos en el proceso de dejar esas relaciones, siempre procurando no dañar y ser responsables con el otro, por supuesto.
Necesitaba un nuevo consejo. No era fácil aconsejar a quien ni siquiera me lo estaba pidiendo y tal vez era probablemente el mejor momento para hacerlo, debido a que solo así será parte de su caja de herramientas y lo utilizará cuando ella elija o lo considere necesario. Todos sabemos que si aconsejamos a otro luego corremos con la carga de que si sale bien, dependerá de nosotros para tomar su próxima decisión y si sale mal, somos responsables del fracaso del otro. Es por ello por lo que intentamos no aconsejar al otro, sino más bien, nos ofrecemos a pensar juntos y que sea el otro el que elija qué hacer con las herramientas que tiene y lo que podamos haber traído al pensar juntos. El problema es que ya no siempre puedo pensar con mi hija, quien aún muchas veces recurre a mí, pero no estoy tan cerca para sentarnos a pensar juntas, ya piensa con otros y tantas veces no quiere preocuparme, así que solo puedo apostar a aumentar sus herramientas.
Fue en ese momento que se me ocurrió preguntarle a mi esposo qué consejo le daría a su YO más joven y al oír su respuesta me di cuenta de cuan enriquecedora había sido esta interacción para nosotros como pareja. Me sentí conectada a él, al escucharlo abrirse, al compartir lo que sentía, le hubiese ayudado a llegar a donde está hoy de un mejor modo o compartir algo significativo que aprendió en el camino. Me di cuenta que del modo en el cual estaba formulada la pregunta lo obligaba a hablar de si mismo de un modo que le permitía a su yo genuino, a ponerse vulnerable, y a su vez, ya desde la experiencia, lo empoderaba. El modo en el cual hice la pregunta no apostaba a su yo público, sino a su yo privado, como si solo él fuese la audiencia ya que yo estaba en silencio buscando escucharlo y entenderlo, sin juzgarlo ni interfiriendo en su narrativa, solo atenta, como si solo él existiera. Nos conectamos y de pronto me di cuenta de cuánto lo admiraba. Fue así como decidí buscar 50 personas a quienes admiro y preguntarles qué consejo le darían a su YO más joven. Pensé que así, no solo me conectaría con esas personas que admiro, muchas con quienes no tengo contacto a menudo, podría aprender también de ellas y sin duda aportarían a ese sabio consejo que sumaría a la caja de herramientas de mi hija.
Fue una experiencia absolutamente enriquecedora, sin darme cuenta me estaba conectando con el lado fortalecido del otro, con ese lado humilde y vulnerable en su momento y hoy colmado de sabiduría, una sabiduría que a su vez vuelve a la esencia de quien es hoy. Una simple pregunta provocaba una conversación que lograba la reflexión de mis admirados y una narrativa de sus momentos mas duros desde un yo vulnerable y a su vez empoderado. Fue por la riqueza del proceso de buscar ese gran consejo que decidí escribir este artículo, apostando no solo a compartir las respuestas que más me gustaron, sino para invitarlos a conectarse con quienes admiran, a descubrir más de su esencia, de su historia, de su sabiduría y capaz, hasta sorprendernos con la riqueza de ese otro que tenemos tan cerca y no siempre le dedicamos el tiempo que ambos se merecen.
¿Quieren saber algunas de mis respuestas favoritas? Acá van:
- “Nunca subestimes un momento de felicidad. Celebra”. Ese gran momento en el que nos sentimos felices es cuando debemos celebrar. Mañana el momento habrá pasado y no sabemos si estarán esas personas que amamos para poder compartirlo y celebrarlo.
- “Estar preparado, si no, la suerte y las oportunidades pasan de largo.” Este consejo viene de una campeona deportiva. Muchas veces queremos ser los número uno y estamos en un círculo donde ese número uno se repite y no somos nosotros, solo estando preparados es que tendremos la oportunidad de entrar a competir por ese puesto.
- “Baja un cambio, no te apresures a quemar etapas, cada etapa tiene un sentido y uno o varios aprendizajes, no desesperes. Todo pasa, habrán otras oportunidades”. Solo asegúrate de estar cerca de quienes te hacen bien, así es que cada etapa se hace mas enriquecedora.
- “Procura conocerte bien a ti mismo, prestando atención a lo que te hace bien, te alegre, te inspire, te de paz. Ten cuidado con la manera en que otros te ven, porque aún con buenas intensiones pueden contribuir a formarte una imagen de ti mismo que no tiene que ver con tu verdadero yo”. Esto es muy cierto, en especial en la adolescencia cuando uno esta formando su identidad. Queremos ser parte del grupo y aunque no se sienta bien, hacemos cosas solo para encajar, las hacemos tantas veces que al final nos convertimos en alguien que no somos, pero lo que hacemos habitualmente se convierte en parte de quienes somos, no solo porque otros nos perciben así, sino porque nosotros mismos dejamos de saber como lo hubiésemos hecho de esencia.
- “Vive cada momento, es lo único que tienes. Lo de ayer ya no está y lo de mañana aún no ha llegado”. Creo que el máximo aporte de este consejo es no dejarnos dominar ni por la ansiedad, ni por la angustia. Si nos conectamos en el aquí y en el ahora podremos aprovechar realmente cada momento sin estar tan angustiados mirando atrás, ni tan ansiosos pensando en el futuro. Eso no le quita a aprender de la experiencia, ni dejar de tener planes para el futuro, solo nos conecta con el hoy para enriquecer cada momento y disfrutar de eso que se presenta cuando está.
- “Mantén el miedo, pero hazlo de todos modos. Lo importante es la acción. No tienes que esperar a sentirte plenamente confiado, hazlo y de a poco verás cómo la confianza acompaña tu acción”. Tantas veces quedamos paralizados porque sentimos que aun no estamos preparados para esas oportunidades que se nos abren. No creo que haya que ser inconsciente y hacer cosas que no sabemos hacer o cosas que hagan daño, debemos mantener nuestros valores claros y respetarlos en todo momento, pero si creo que tantas veces se nos abren puertas que por miedo cerramos. Al ver esa hendija abrirse, aún con cautela y responsabilidad, creo que debemos atrevernos a intentarlo ya que esa pequeña luz que vemos es para nosotros. Haciendo uso de nuestros valores y herramientas, atrevámonos a abrir esa puerta y hacerla propia.
Y mi favorita, la que compartí con mi hija, fue una frase de Carrie Fisher, que alguien a quien admiro infinitamente por su poder de superación y su entereza me dijo. Decía algo así,
Te desafío a que tomes a alguien a quien admiras y le hagas la pregunta, te prometo que te sorprenderás cuanto puedes aprender, cuan gratificante es el momento de recibir una respuesta genuina, cuanto puede enriquecer la interacción entre ambos y además descubrirás algunas herramientas mas para compartir con los tuyos. Y por último te pregunto, ¿qué dirías tú?
“Mantén el miedo, pero hazlo de todos modos. Lo importante es la acción. No tienes que esperar a sentirte plenamente confiado, hazlo y de a poco verás cómo la confianza acompaña tu acción”.
Por: Vicky Nogales
Psicóloga, egresada de West Texas A&M, posgrado en Psicología Educativa Terapeuta Familiar Sistémica, directora del departamento de Orientación Vocacional en una clínica privada Vocare, counseling familiar, counseling educativo y orientación vocacional