Según cifras de la FAO, aproximadamente 1300 millones de toneladas de alimentos son desperdiciados en el mundo, 925 millones de personas pasan hambre en el planeta. En Colombia el 30% de alimentos se desperdicia (en Corabastos se desperdicia 4,5 toneladas de alimentos al día), el 10% de niños de Colombia sufren desnutrición crónica según cifras de la UNICEF. Producimos alimentos para 11 millones de personas y el planeta tiene 6300 millones de habitantes, sin embargo los niños siguen muriendo de hambre.
De este modo mientras en los entornos rurales o barriales (con ciertos tintes de resistencia y tomas populares) los mercados campesinos se constituyen como alternativa de producción y subsistencia para miles de familias, en los grandes centros urbanos toman preponderancia las plazas de mercado consolidándose como los principales distribuidores de alimentos para las ciudades.
Bajo este contexto y en el marco del proceso de Paz en Colombia, es preciso recordar cierto punto álgido sobre el cual reposaría el origen de la cruenta violencia vivida durante décadas por los colombianos,
El problema ha radicado en la cuestión agraria del cual derivan las consecuencias que han marcado el trasegar de la población a nivel histórico, económico, político y social. Efectos como extrema pobreza, legislación excluyente, extranjerización de tierras, agrocombustibles, abandono estatal, informalidad de la propiedad, megaminerías y poca tierra para los campesinos nos han volcado a que cifras como las siguientes marquen nuestra actualidad y nuestro futuro en la generación de estrategias de solución a nivel mediático, cultural y social: “El 85 % de la tierra productiva está concentrada en el 1% de los propietarios y el restante 15% está en manos de pequeños productores que generan el 65% de la producción de alimentos que consume el país” (Alturo y Peña, s.f, p 10)
En tanto se hace necesario entrar al debate sobre el territorio entendido como una compleja red de relaciones sociales y la importancia del acercamiento conceptual a este desde el trabajo en el aula mediante el enfoque de Enseñanza para la Compresión.
Es aquí donde entra en debate en el aula la economía campesina versus la agroindustria. Mientras en la primera, la alimentación en familia preserva el medio ambiente con una mirada sostenible de la tierra como fuente de vida cultura y subsistencia a largo plazo, esmero en el cuidado de los cultivos, cantidades moderadas de agua, abono y control de plagas naturalmente, genera vecindad, comunidad y fortalece la solidaridad. En la segunda, la rentabilidad es el mayor objetivo, entre menor tiempo se realice la cosecha máxima será la renta, esta lleva más una mirada extractiva de la tierra como fuente de explotación y rentabilidad, utiliza grandes cantidades de pesticidas y fertilizantes químicas que debilitan el suelo y monocultivos que deforestan grandes cantidades de entornos naturales en Colombia.
Este desglose aquí presentado nos invita a desarrollar proyectos académicos in situ, permitiendo que los estudiantes pongan en práctica las comprensiones adquiridas en el aula en la etapa exploratoria y guiada, y evidencien lo que saben hacer en contexto con lo que saben del tópico generativo a nivel conceptual.
De esta manera el Colegio Del Bosque Bilingüe abandera desde hace tres años el Proyecto Interdisciplinar “Volvamos a la Plaza” impulsado por el área de Ciencias Naturales y las demás áreas académicas de la Institución, permitiendo inclinar nuestras miradas en la comunidad educativa sobre la economía campesina que abandera la seguridad alimentaria, las relaciones cara a cara entre consumidores – productores, los procesos de cultivo, cuidado, transporte de los alimentos, su relación con cada una de las áreas académicas, con los conceptos disciplinares y la solución en contexto de situaciones problema.
En nuestro colegio promovemos el volcarnos nuevamente a las plazas de mercado, con miras a la generación de reflexiones en torno a la importancia del rol del campesino, del comerciante, vendedor, cotero y demás personas que a diario procuran dar su granito de arena para que en cada nevera y alacena de los colombianos permanezcan los alimentos extraídos de nuestra tierra, la fuente de la vida
Viviana Estefenn Barbosa
Jefe de Área Ciencias Naturales
Docente de Biología y Química
Colegio del Bosque Bilingüe, Universidad Antonio Nariño
Especial para Revista Edu.co