Decía Francesco Tonucci, pedagogo italiano, una frase que resume una verdad innegable: “Jugar para un niño es la posibilidad de recortar un trocito de mundo y manipularlo”.
Quién de nosotros no recuerda la verdadera felicidad que experimentamos en nuestra niñez, corriendo, gritando, sintiendo el aire libre, transformando cualquier objeto inútil para los ojos de un adulto en un ser lleno de vida que nos daba la posibilidad de expresarnos, dialogar y compartir nuestras emociones.
Actualmente nuestros niños hacen parte de una generación digital que les encanta con sus pantallas, luces de colores e información instantánea. Es habitual escuchar expresiones adultas que afirman que los niños se conectan e interconectan, que el saber está en la red, que el conocimiento está en sus manos.
En nuestro Preescolar San Diego no desconocemos esta realidad, si bien es así, paralelamente, no olvidamos y privilegiamos otros espacios fundamentales para su crecimiento y desarrollo a través de lo sencillo, lo natural, lo elemental lo espontáneo que ofrece jugar, porque el juego es el arte para aprender por sí mismos, construir en el mundo que los rodea, despertar la curiosidad y recibir la mejor recompensa compartiendo su mutua alegría.
Nuestros niños generan libremente juegos, relaciones y liderazgos. Muchas veces los escuchamos utilizar una expresión muy propia de su niñez: soy el dueño del juego. A través de esa “propiedad”, gestionan esquemas, toman decisiones, reconocen diferencias, clasifican, organizan y ordenan jerarquías, formulando sus propias normas para regular su interacción.
¿Cómo es posible que un montón de arena llegue a ser un gran castillo que los remonta a narraciones fantásticas e historias de grandes héroes?, o, ¿Qué una caja de cartón aparezca como un bólido de cuatro ruedas con el que recorren caminos a gran velocidad?
Se convierten en expertos gastrónomos demostrando su conocimiento sobre los alimentos y sus sabores favoritos, simbolizándolos con flores, hierbas, piedras o tallos que “cocinan” para ofrecer deliciosos manjares a sus invitados imaginarios, creando imágenes mentales e integrando sus sensaciones y percepciones. ¿Qué decir de un balón para sentirse verdaderos campeones y hasta en la mente ser capaces de escuchar las ovaciones de un público emocionado?
Podríamos hacer referencia a muchas otras anécdotas del juego cotidiano de los niños en el que todo aparece y se desvanece para cambiar creativamente y transformarse como por arte de magia.
Estas actividades y muchas otras en San Diego, son la base de la indagación, la percepción, la manipulación y la acción para revelar e interiorizar a través del Aprendizaje Basado en Preguntas (ABP), el conocimiento en contextos integrados.
Aseveramos sin temor a equivocarnos que el juego en San Diego es una actividad primordial e insustituible. Es un aprendizaje divertido que fomenta las relaciones seguras, explora las emociones, favorece la concentración y abre las ventanas para la indagación, la espontaneidad y el disfrute de la infancia.
Todos los aprendizajes que se hacen jugando desde los primeros años son el cimiento y la estructura para crecer, aprender, crear y ser felices.
“El juego es la forma más elevada de investigación” Albert Einstein
Te invitamos a completar la siguiente información en el siguiente video:
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