Desde hace 16 años acompaño el proceso de aprendizaje de niños entre los 4 y 7 años de edad en el Gimnasio Vermont, y desde hace 8 años incluí en mi práctica profesional la Disciplina Positiva (DP) la cual es un modelo educativo creado por la psicóloga Jane Nelsen (1981), con el objetivo de acompañar a las familias en el proceso de crianza de sus hijos y a la vez apoyar a los niños en su formación socioafectiva. Lo anterior, fundamentado en los principios Adlerianos, nombre acuñado en honor al doctor Alfred Adler, médico psicoanalista para quien los sentimientos y el actuar de las personas tiene gran relevancia.
Dicho esto, los cinco principios de la Disciplina Positiva son: ser simultáneamente firme y amable, promover el sentido de pertenencia, fomentar el respeto mutuo, incentivar la confianza en las capacidades propias de los niños y desarrollar habilidades para la vida; es decir, que los aprendizajes que se adquieren durante su crecimiento se deben mantener a largo plazo. (Nelsen 1981).
De esta manera, quisiera contarles sobre las experiencias y el aprendizaje que he tenido aplicando este modelo en el aula, pero solo me detendré a exponer dos específicamente: la solución de problemas y las apreciaciones que, a mi criterio, son necesarias para el desarrollo socioafectivo de los niños.
Un desarrollo socioafectivo consciente
La solución de problemas es una estrategia que promueve la construcción de soluciones en equipo, teniendo en cuenta que integrantes de un grupo expondrán una situación “problema” que no han podido resolver. Lo que se hace es plasmar el problema con un dibujo y depositarlo en una caja, la que generalmente recibe el nombre de caja de las soluciones. Una vez a la semana se abre la caja y aquellos que han depositado su problema, lo socializan; después sus compañeros exponen posibles soluciones que pueden ser implementadas por la persona que busca ayuda.
Es increíble evidenciar la creatividad en cada una de las ideas y soluciones que los compañeros ofrecen. A partir de esta sugerencia, la persona que necesita ayuda escoge una opción entre todas para realizarla durante una semana. Pasado este tiempo, el grupo se vuelve a reunir para analizar la efectividad de la elección hecha.
Con el paso del tiempo, los problemas fueron esporádicos. Se había adquirido la habilidad de aprender a buscar soluciones no solo para resolver las situaciones, sino también para evitar espacios de conflicto. En algunos casos, esta estrategia se había extendido a los hogares, como me lo expresó una madre cuando me dijo: “esta metodología nos ayudó muchísimo en las reuniones familiares, en donde mencionamos cómo nos sentimos y qué solución podríamos dar entre todos ante un problema. Para mi hija, este espacio es muy importante porque se siente reconocida y porque le permite expresar con facilidad sus emociones”, reconoce Rosita, madre de familia.
Esta metodología recoge dos principios de la Disciplina Positiva, uno es el desarrollo de la confianza en las habilidades de los niños y el otro es el respeto mutuo. La confianza se desarrolla al validar todas las ideas que el grupo aporta, teniendo en cuenta que todas son válidas e importantes. Este es el respeto mutuo que se da cuando entre los integrantes del grupo se validan las ideas y se implementan.
Los niños adquirieron la habilidad de aprender a buscar soluciones, no solo para resolver problemas, sino también para evitar espacios de conflicto. Respecto a la estrategia de las apreciaciones, la dinámica consiste en validar, apreciar y agradecer al compañero que se encuentra al lado. En esta actividad, los niños deben hacer un círculo y posteriormente visualizar el comportamiento de sus compañeros; generalmente este proceso toma unos minutos. Una vez identificado lo que se va a decir, los dos niños deben mirarse a los ojos, entonces quien va a resaltar la cualidad del otro debe dirigirse a su compañero, mientras que él recibe su comentario, y al final, ha de agradecerle por sus palabras. Este proceso continúa hasta garantizar que todos hayan recibido una apreciación.
Esta es una actividad que los desafía, pero una vez adquieren la habilidad, la propuesta se hace placentera. Es fascinante escuchar cómo resaltan las habilidades de los otros y a la vez, ver las expresiones de alegría al recibir los comentarios.
Estos son algunos ejemplos: “te felicito por estar atento siempre en las clases”, “te agradezco por jugar conmigo” o “gracias por ayudarme cuando me he caído”. Como pueden ver, es una actividad de gran importancia, que les permite a los niños reconocer a sus compañeros desde aquello en lo que se destacan. Es importante resaltar el papel del adulto en la implementación de estas estrategias; si el adulto las modela con el mismo respeto e importancia que se merece y es capaz de reconocer al otro, ellos lo harán igual.
Esta estrategia trabaja los principios del respeto mutuo, la confianza en las habilidades y el sentido de pertenencia. En ese sentido, a continuación les presento algunos testimonios que he recibido de padres con los que he trabajado, desde la dirección de grupo, para potenciar las estrategias que se trabajan en casa:
“La disciplina positiva nos permitió entender que cada niño es diferente y por tanto cada uno tiene necesidades distintas. Adicionalmente, nos dio herramientas para guiar a nuestros hijos, desde el respeto mutuo como base de todas las relaciones humanas, y nos permitió reconocer la importancia y el rol de cada miembro de la familia como ser social. Hacer educación consciente, respetuosa y positiva nos cambió la vida y estimuló el diálogo entre los integrantes de nuestro hogar, dándonos la oportunidad de reconocer que, de cada error se puede aprender para hacer de la crianza una experiencia enriquecedora”, Oskar y Diana, padres de familia.
“Trabajar desde la Disciplina Positiva nos permitió entender cómo poner límites sensatos y respetuosos en casa, cuestionandonos constantemente sobre nuestro actuar como padres.
Del mismo modo, nos mostró la importancia de delegar funciones acordes a las capacidades de los niños y nos permitió que ellos fueran más independientes a la hora de manejar su estudio y sus responsabilidades. De igual manera, como padres, nos dio la oportunidad de crear un ambiente familiar de más cooperación y menos competencia. Por último, nos enseñó a considerar el error como una fuente de aprendizaje y a cambiar el castigo por la consecuencia por sus actos, haciendo a nuestros hijos partícipes de su crianza.”, mencionan Paula y Enrique, padres de familia.
Entonces, ¿para qué sirven las estrategias y testimonios sobre el uso de la Disciplina Positiva? Para visibilizar lo fácil que resulta apoyar a los niños en su proceso de formación de manera dinámica e involucrarlos en él, sin importar el espacio en el que estén, sea en el colegio o en la casa, porque ambos están interrelacionados.
La mayoría de padres quieren que sus hijos sean ejemplares y para lograr esto es importante tener presente que los niños necesitan la guía de todos los adultos que los rodean y los cuidan de manera articulada, construyendo nuevas estrategias y quizás, a la vez, modificando aquellas prácticas que heredamos de nuestros padres para propender por el bienestar de los que más queremos.
La Disciplina Positiva es un modelo educativo creado con el objetivo de acompañar a las familias en el proceso de crianza de sus hijos y a la vez apoyar a los niños en su formación socioafectiva.
Directora de grupo de Kínder A
e integrante del Equipo de coaches.