1 Algunos prejuicios contra la idea de enseñar a leer en edad temprana de la 1ª. Infancia
Los prejuicios están ligados principalmente a la época en que muy poco se sabía sobre la enorme capacidad de aprendizaje del cerebro humano con que nacen los niños y las niñas. Se pensaba y, aún hoy, por muchas personas, medios culturales, instituciones educativas y algunos representantes de Ministerios de Educación, que por ser niñas, o niños, pequeños, también lo es su cerebro para aprender, por lo cual, son incapaces, no solo de aprender a leer, sino también de aprender contenidos de diferentes áreas del saber y, que tratar de hacerlo, resulta malo e inconsiderado con los niños y niñas, porque es “forzar su cerebro, que todavía es muy pequeño”, y suelen agregar la expresión: “¡Pobrecitos!”.
Tal posición, en primer lugar, ha sido de las instituciones educativas, especialmente de los sistemas de Preescolar, como herencia cultural, y por ende, de padres de familia.
En la vida real del niño, éste es sometido y tratado de acuerdo con unos mitos o prejuicios culturales y académicos, como también a unas pedagogías y metodologías tradicionales, como por ejemplo, la creencia de que la mayoría de los niños no nacen inteligentes, o que es por genética, o por raza, o que la mayoría nacen ‘torpes”, o “brutos” (en cuanto a la capacidad de aprender), o que hay que esperar que les “madure” más el cerebro, lo cual en algunas culturas es cuando llegan a tener “uso de razón”, que suele ser, según tales creencias, cuando los niños, o niñas, cumplen 7 años de edad; y, según tales prejuicios y mitos, antes de cumplir esta edad, los niños son incapaces de aprender y, por lo tanto de leer “.
- ¿Cuál es la verdad ante el mito de creer que a los niños y niñas no se les debe enseñar a leer desde muy temprana edad?
Ahora, gracias a muchísimos estudios científicos, por parte especialmente de neurólogos y de psicólogos cognitivos, se sabe que no hay que esperar a una edad, por ejemplo, de 6, o de 7 años, para enseñar a los niños y niñas a leer, y aprender diferentes áreas del conocimiento, aún desde, por ejemplo, a los 2 años de edad; no hacerlo, es no solo desperdiciar la enorme capacidad de aprendizaje de su cerebro, sino también es negarles la gran oportunidad de fortalecer su inteligencia para descubrir un mundo lleno de realidades y posibilidades de ser conocido y aprovechado por los niños y niñas, para construir sus propios saberes y habilidades.
Al respecto, uno de los líderes mundiales en neurociencia cognitiva y que ha estudiado y profundizado lo referente a la lectura y sobre la conveniencia de enseñarles a leer desde muy temprana edad, Stanislas Dehaene (2009, p. 238), afirma: “Se consideraba /que el cerebro de las niños y niños pequeños/ era muy inmaduro y poco organizado su cerebro; /que/ para estructurarlo se necesitaría gran cantidad de estímulos y años de aprendizaje. La investigación más reciente, /…/ refuta esta teoría “constructivista” simplista. /…/ El cerebro continúa siendo plástico hasta bien entrada la adolescencia, lo que abre una ventana de oportunidades para el aprendizaje y la educación”, y más adelante (p. 239) agrega: “Durante el primer año de vida, las áreas del habla del niño se especializan para la lengua de su entorno”.
Por otra parte, las neurocientíficas Sarah-Jayne Blakemore y Uta Frith (2015, p. 21), del Institute of cognitive Neuroscience, of the University College, de Londres, afirman: “El cerebro ha evolucionado para educar y ser educado, a menudo de la manera instintiva y sin esfuerzo”. Desafortunadamente, aún hoy, continúan muchos mitos en contextos culturales y también en contextos educativos. Sobre esta inquietud, nuevamente las neurocientíficas Sarah-Jayne Blakemore y Uta Frith (2015, p. 22) afirman: “Actualmente los científicos saben bastante sobre el aprendizaje: cómo se desarrollan las células cerebrales antes y después del nacimiento; cómo aprenden los bebés a ver, oír, hablar y andar, cómo los niños pequeños adquieren un sentido de la moral y del conocimiento social; o cómo el cerebro adulto es capaz de seguir aprendiendo y madurando. Lo que nos asombra es que, pese a este creciente volumen de conocimientos y su relación con las estrategias educativas, exista tan pocos vínculos entre las investigaciones cerebrales y las políticas y prácticas educativas”; estas mismas autoras (2015, p. 16) afirman: “Sobre el desarrollo del cerebro, aún hay muchas creencias falsas que impregnan el dogma educacional. Pero su aprovechamiento está dependiendo de su contexto familiar y escolar”.
También al respecto, la neuroeducadora Nora Rodríguez (2016, p. 54) afirma: “El entorno en el que vivimos puede ser tan determinante como la genética para el desarrollo del cerebro”; y la bióloga Nadia Szeinbaum (2014), Congreso Internacional), de la Universidad de Georgia Tech: “/…/ el medioambiente muchas veces tiene un efecto sobre la genética”.
Referencias Bibliográficas
DEHAENE, Stanislas. (2014). El cerebro lector. Últimas noticias sobre la lectura, la enseñanza, el aprendizaje y la dislexia. 2ª. Ed. S. XXI, Editores Argentina. (Título original: Reading in the brain, 2009). BLAKEMORE, Sara-Jayne, y Uta Frith. (2015). Cómo aprende el cerebro. Las claves para la educación. Editorial Planeta, 3ª. Reimpresión, julio de 2015. (Título original The learning brain, 2005).
RODRIGUEZ, Nora. (2016). Neuroeducación para padres.. Educa a tus hijos con la ayuda de las neurociencias. Un libro fundamental para entender cómo funciona el cerebro de los niños. Ediciones B. S. A.. Somos impresores, en Colombia.
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