Los Ejercicios Espirituales Ignacianos: un eje fundamental de la propuesta educativa del San Bartolo

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Miremos un momento nuestros propios rostros delante del espejo y permitamos que lo esencial, que es invisible a los ojos, pero visible para el corazón, aparezca delante de cada uno. ¿Qué descubrimos? ¿Qué anhelos resurgirían? ¿Con qué persona te encontrarías en frente? Tal vez sea el yo que esperabas ver, o sea alguien distinto, con deseos y profundas llamadas que veces se convierten en grito, esperando ser escuchadas y acogidas.

Mirarse a sí mismo y contemplar en ello no sólo ese sí mismo solitario, sino también un nosotros, vinculante y unido al cosmos entero, y a la vez inundado por una presencia amorosa que lo trasciende todo, como una orientación que conduce al amor, puede ser el ejercicio más importante de nuestras vidas.

Si hemos comprendido que el tesoro que llevamos en vasijas de barro es la vida que como agua en el gran río va avanzando, yéndose y a la vez haciendo fértil la tierra que la rodea y la sostiene, entonces también podremos entender que los espacios concretos, a través de los cuales disponemos lo que somos para el descubrimiento de esta vida peregrina en el mundo, resultan fundamentales en el proceso de hacer nuestra agua cada vez más fértil y nuestra ruta mejor orientada hacia el amor y el servicio.

Ciertamente todos hemos sido sobresaltados por el misterio de vivir, del tiempo que pasa y no nos deja siendo iguales, y de la muerte que llega recordándonos la fragilidad de la cual estamos hechos. No obstante, quienes habiendo experimentado este sobresalto, en la inquietud del propio corazón, desean ahondar, remar más adentro, ir a lo profundo, logran buscar y hallar un misterio que se hace palabra y decisión para afrontar la vida en medio de relaciones fecundas, de crecimiento personal y comunitario, de compromiso con los vulnerados, y con la voluntad de transformación continua de sí mismo y de los contextos familiares, laborales y locales.

Cuando las preguntas que interrogan por el sentido de nuestras vidas, en vez de conducirnos al egocentrismo y al “sálvese quien pueda”, nos conectan con el amor y el servicio a lo demás, con la entrega incluso de la propia vida por hacer del mundo un lugar mejor para nuestros hijos y hermanos, entonces la invitación a vivir la experiencia de los Ejercicios Espirituales Ignacianos encuentra una tierra donde la semilla brotará dando el ciento por uno.

El Dios de Jesús que es básicamente un sembrador generoso, no sólo lanza la semilla en la tierra más dispuesta, sino que no se fija en el destino de la semilla, sino en la semilla misma, la cual nunca se desgasta ni menos aún se agota en el darse a quienes la necesitan. Por eso, el Dios sembrador, campesino desmedido en la siembra, aún a quienes seguimos limitados en nuestro espacio egocéntrico, viviendo sólo para el propio yo, decepcionados o convencidos de nuestras ideas, nos invita a abrir el corazón y permitir que la semilla caiga y haga lo mejor que ella sabe hacer: reverdecer la vida.

Los Ejercicios Espirituales Ignacianos son, pues, la acción del Gran Sembrador, que nuevamente de manera descomedida, encuentra una oportunidad para descubrirse en ti y en mí, cada vez que nos miremos ante el espejo. A tal punto Su amor nos deshiela el corazón que nos cambia el modo de vernos, de ver a los demás y de ver al mundo. Trasciende nuestras existencias para movernos hacia el MAGIS. En pocas palabras, nos ayuda a VER TODAS LAS COSAS NUEVAS EN CRISTO.

Estos ejercicios se traducen en cada experiencia pedagógica, pastoral o de convivencia dentro de toda la comunidad Bartolina, donde estudiantes, padres de familia y colaboradores participan en estos espacios generados por el área de pastoral del colegio. Pronto, antes del inicio del año escolar, nuestros colaboradores vivirán una semana de ejercicios que les permita conectar con su propio interior y sentir el llamado a la vida.

Conoce sobre este y otros importantes temas de esta gran institución
ingresando a https://www.sanbartolo.edu.co/

Especial para Revista Edu.co
Realizado por:
Fredy Luis Correa Echeverría
Pastoral
Colegio San Bartolomé La Merced