Neuromitos en la Educación: Su influencia en el aula y en los padres de familia (20ª. Entrega)

En el siguiente artículo encontrarás la verdad acerca del funcionamiento del cerebro, las tareas que ejecuta y los estudios que se han realizado al respecto.

Mito 84: Nuestro cerebro aprende y recuerda mejor lo que escuchamos cuando cerramos los ojos para no distraernos. No es cierto. La idea es que se aprende mejor cuando nuestro cerebro derecho como el izquierdo lo activamos. El derecho mediante sentimientos emocionales positivos, y el izquierdo mediante actividades que lo afectan como el leer, escribir y calcular. Es mejor para el cerebro en plan de aprendizaje que utilicemos todos los sentidos, las emociones positivas, y varias leyes del aprendizaje, para activar distintas zonas del cerebro. Al respecto, el neurólogo Antonio Rial (2016, p.28), afirma: “El truco para mantener la atención es ir combinando la información pura y dura con ejemplos y anécdotas, con historias que pongan en conteo la teoría, y que de paso activen distintas zonas del cerebro. Y si las historias contienen emoción y humor, aún se consolidará más sólidamente el aprendizaje y la fabricación de recuerdos. /…/. En cada clase, los alumnos deberían tener oportunidades para leer, escribir y calcular, con el fin de comprometer al hemisferio izquierdo del cerebro, que es el que comprende lo complejo. También deberían estar obligados a presentar informes orales y escritos para activar el hemisferio derecho, que es el que compone la información como un todo y le añade emoción y sentimientos”.

Mito 85: Nuestro cerebro cuando nacemos ya está desarrollado. No es cierto. Incluso, en comparación con las demás especies, es el que necesita mucho más tiempo para madurar después de nacer. Al respecto, el genetista e investigador de la Universidad de Barcelona y de la Universidad de Oxford, David Bueno i Torrens (2018, p.173), afirma: “El cerebro /humano/es un órgano en construcción permanente. Parte de un sustrato genético y biológico ineludible y diferente para cada persona, pero se va construyendo por interacción con el ambiente. Se sustenta en la plasticidad neural, es decir, en la capacidad de establecer nuevas conexiones y de fortalecer las ya existentes /…/. Y concluye: “Lo que equivale a decir que la educación altera físicamente las conexiones del cerebro, y, en consecuencia, según sea la educación estaremos generando personas más críticas y reflexivas, impulsivas o sumisas”.

Mito 86: El cerebro humano tiene capacidad de inhibición o de autocontrol desde que nace. No es tan cierto. debido a que su sistema inhibitorio o de autocontrol, lo que solemos llamar también como de reflexión, está dependiendo de la madurez del sistema inhibitorio: el Cortex prefrontal, el cual se desarrolla después de la madurez del sistema de activación de la amígdala, que es impulsivo y característico de la etapa de la adolescencia, por lo cual necesitan ser orientados por sus padres y el sistema educativo. Según la médica y neurocientífica Louan Brizendine (2015, p. 71), en el caso, por ejemplo, de los chicos: “Jay Giedd y los colegas del Instituto Nacional de Salud Mental observaron que el sistema de inhibición no madura en los chicos hasta que cumplen veintiuno o veintidós años”.

Mito 87: En el cerebro hay una “área de Dios”. No es cierto. Según los médicos neurólogos Jaime Toro y Manuel Yepes (2018, p. 148-149), tal planteamiento, fue hecho especialmente por algunos investigadores de la Universidad de California en San Diego ante la Sociedad de Neurociencias de Estados Unidos, en 1997, quienes tuvieron varios pacientes con una enfermedad llamada epilepsia del lóbulo temporal que se caracteriza por episodios de actividad eléctrica en esa parte del cerebro y que llamó la atención de que estos pacientes describieran experiencias religiosas. Concluyen ellos: “De esto se infirió de manera apresurada que el cerebro, más concretamente el lóbulo temporal, tiene un “área de Dios” cuya estimulación genera todas las sensaciones características de la experiencia religiosa. /…/ Lo sorprendente no es solamente que los autores de este estudio hayan cometido una de las falacias más fáciles de detectar en la lógica del pensamiento humano, en la cual es evidente que las conclusiones no pueden deducirse de las premisas, en este caso de información presentada por los autores en su trabajo investigativo, sino que esta idea ha sido aceptada sin ninguna consideración crítica por gran número de persona /…/ Si bien durante una experiencia religiosa se activan de manera particularmente intensa la parte más anterior del cerebro llamada corteza prefrontal y el área más interna del lóbulo temporal a la vez que se desactiva el lóbulo parietal, no existe ninguna área del cerebro dedicada exclusivamente a la percepción de Dios”.

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