Didáctica y pedagogía desde las emociones con fundamento en la neurociencia

Didáctica y pedagogía desde las emociones con fundamento en la neurociencia: Aplicaciones pedagógicas y didácticas dentro y fuera del aula (Entrega 6)

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En el siguiente artículo encontrarás cómo aplicar la Neurociencia en la educación.

  1. Influencia de las emociones en los aprendizajes

De acuerdo con los neurocientíficos, nuestro cerebro tiene más de 100.000’000.000 de Neuronas con una muy efectiva interrelación comunicativa entre sí mediante mensajeros, denominados neurotransmisores” para enviar información específica.

Al respecto, la médica y neuróloga, marta Ligioiz (pp. 110—114), nos dice que los Neurotransmisores toman la información de manera integral y condicionan nuestra atención, motivación y aprendizaje, mediante un proceso bastante complejo, en el cual intervienen muchas áreas del cerebro.

Las emociones que favorecen los aprendizajes, están reguladas especialmente por varios neurotransmisores, como la dopamina, la Serotonina y la endorfina, conocidos como recompensa, o de refuerzo. La misma autora también nos dice que es conveniente aclarar que hasta hace poco, a la dopamina se le atribuía como única función, la de producir placer, pero esto, de acuerdo con los estudios neurocientíficos, no es cierto,  ya que también tiene las funciones arriba anotadas, más las funciones de apoyo a la supervivencia, las acciones para mantener la vida y mantener la especie.

1.2. ¿Cuáles son las zonas del cerebro que principalmente producen la dopamina, como origen de las emociones positivas?

De acuerdo con Ligioiz (2017, p. 113) son el núcleo accumbens, el área ventral tagmental (VTA) y la denominada sustancia negra”; éstas, a la vez, tienen que ver con el fenómeno de la motivación, que nos interesa desde el punto de vista del aprendizaje, pero no son las únicas que tienen que ver con la motivación, pues, adicionalmente están la amígdala, el estriado y el cortex frontal. (Ver Il. 13).

1.3. Mente emocional y mente racional.

Según Goleman (1996, pp. 334-339), citando a Paul Eckman y a Seymour Epstein, nuestro cerebro maneja dos clases de mentes: la mente emocional y la mente racional. La mente emocional se presenta de manera inconsciente, superveloz y reaccionando con una respuesta inmediata; es más rápida, involuntaria y automática, intuitiva, impulsiva, ejecutora y guía de nuestras acciones y rectora de nuestros modelos mentales del mundo, capaz de realizar inconscientemente múltiples tareas en simultáneo, etc. En cambio, la mente racional es más lenta, laboriosa, autocontroladora de los impulsos guiados por la emoción; es capaz de aprender nuevos modelos, hacer nuevos planes y también de inhibir razonablemente la expresión de una emoción, y decidir poner atención selectiva hacia algo; toma más tiempo para deliberar sobre algo que se le presente, ayuda a la memoria de trabajo a largo plazo, etc. La mente emocional está regida por la amígdala cerebral, que se encuentra ubicada en el sistema límbico del cerebro.

En cambio, de acuerdo con este autor, la mente racional está regida principalmente por el Neocórtex o Neocorteza cerebral, que es la responsable del razonamiento lógico y del análisis, como también de la capacidad de habla y su respectiva comprensión y de la parte consciente del cerebro; está compuesta principalmente por la llamada “materia gris” y por las dentritas de las neuronas que integran parte del encéfalo. La Neocorteza, además, desempeña el papel de área de asociación e integración de las distintas percepciones, más la toma de conciencia de las mismas, con lo cual ayuda a formar una imagen mental de la realidad en forma más precisa. Por la Neocorteza, se logra realizar un análisis más a fondo acerca de la información, la capacidad de toma de decisiones y de reflexión; también permite planear y anticipar resultados, considerando posibles escenarios, para luego concretar un comportamiento a seguir. Gracias al Neocórtex como implicación social, podemos llegar con los demás a unos acuerdos y a convenir unas metas que nos ayuden a alcanzar una sana convivencia. (Hasta aquí la explicación de Goleman)

En cuanto a cómo desarrollar la motivación en los estudiantes, en forma práctica, Jane Nelsen (1998, p. 153) nos dice: “Motivar es proporcionar oportunidades para que los niños desarrollen la percepción de que: //Soy capaz, puedo contribuir puedo influir en lo que me ocurre o cambiar mi reacción//. Motivar es enseñarles a los niños las habilidades que necesitarán para ser felices en el mundo. Enseñarles a tener relaciones mediadas por el interés social. La motivación puede ser algo tan sencillo como darle a un niño un abrazo para ayudarlo a sentirse mejor y, por lo tanto, a ser mejor”, que, dicho sea de paso, a mi parecer por experiencia orientativa y docente, lo afectivo, sumado al respeto y buen trato, motiva poderosamente a las personas, especialmente a los niños. Sin embargo, de acuerdo con Jane Nelsen, el uso de la motivación no es tan sencillo, ni tan fácil, lo cual ocurre por tres razones principales: 1º)- A los adultos nos cuesta trabajo reconocer que cuando un niño se porta mal, es porque quiere indicar que: Sólo quiero pertenecer al grupo, o sólo quiero que también me tengan en cuenta. 2º)- Los adultos solemos ser demasiado hábiles para castigar, pero no somos hábiles para motivar. 3º)- Los niños no siempre están listos para ser motivados justo en el momento del conflicto.

A cerca de este tema, la pedagoga e investigadora, Nora Rodríguez (2016, pp. 40-41) dice: “Las neurociencias han demostrado que la emoción y el aprendizaje son inseparables /…/”  y más adelante (pp. 40-41): “Toda la información sensorial que  recibimos de nuestro entorno pasa primero por el cerebro emocional, por el sistema límbico, donde adquiere un matiz, y desde luego es procesada  por la corteza cerebral, en las áreas de asociación para los procesos mentales cognitivos, donde se crean las ideas y otros elementos básicos del pensamiento /…/”. Marta Ligioiz (2017, p. 114), lo explica desde el punto de vista neurológico: “Las emociones potenciadoras /positivas/ estimulan la actividad del hipocampo y con ello la memoria, elevan la producción de neurotransmisores del aprendizaje. El miedo o el estrés, por su parte, estimulan las amígdalas cerebrales, con lo que dificultan el proceso de aprendizaje”; y la educadora e investigadora en temas de psicología, Sheryl G. Feinstein (2016, p. 57): “La ciencia ha demostrado que las emociones tienen un fuerte impacto en el aprendizaje”.

De acuerdo con lo expuesto y, a manera de conclusión con miras a su aplicación pedagógica en aula, o extra aula, tengamos en cuenta la siguiente afirmación de la médica y neuróloga Marta Ligioiz (2017, p. 110): “Las investigaciones en neurociencia y educación demuestran que el proceso de aprendizaje es mucho más efectivo y rico cuando combinamos calidez humana, emociones, buen ánimo, cooperación y elementos sorpresa”.  Y más adelante (p.114), al respecto afirma: “Las emociones son esenciales, son el “pegamento”, el cemento de nuestros recuerdos, /y/ los consolidan. Un aprendizaje neutro, sin emociones, será superficial y poco duradero”.  

Sobre este tema, en su condición de pedagoga, y autora de Neuroeducación para padres. Educa a tus hijos con la ayuda de las neurociencias. Un libro fundamental para entender cómo funciona el cerebro de los niños., Nora Rodríguez (2016, p. 40) afirma: “Las neurociencias han demostrado que la emoción y el aprendizaje son inseparables”, y más adelante, en la misma pág.: “Toda la información sensorial que recibimos de nuestro entorno pasa primero por el cerebro emocional”.

 

BIBLIOGRAFÍA

  • FEINSTEIN, Sheryl G. (2016). Secretos del cerebro adolescente. Estrategias basadas en investigación para entablar contacto y facilitar la enseñanza de los adolescentes de hoy. Grupo editorial Patria 1ª.edición española, México. (Título original: Secrets of the teenagers brain, 2009).
  • GOLEMAN, Daniel Goleman (1996). La inteligencia emocional. Por qué es más importante que el cociente intelectual. Javier Vergara Editor, Bogotá. (Título original: Emotional inteligence. Bantam books. 1995).
  • LIGIOIZ, Marta (2017). “La educación, una cuestión muy seria. Una mirada hacia la dopamina”. En Neuromitos en educación. El aprendizaje desde la Neurociencia. 3ª. ed., Plata forma editorial, Barcelona, (1ª. ed., 2015).
  • NELSEN, Jane (1998). Disciplina con amor. Cómo pueden los niños adquirir control, autoestima, y habilidades para solucionar problemas. 5ª.ed., Ediciones Planeta, Bogotá. (Título original: Pisitive Discipline. Ballantine books, 1987).
  • RODRÍGUEZ, Nora (2016). Neuroeducación para padres. Educa a tus hijos con la ayuda de las neurociencias. Libro fundamentado para entender cómo funciona el cerebro de los niños. Edit. Grupo Zeta. Ediciones B. S. A., Barcelona.

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Especial para Revista Edu.co
Por: Jesús Gúttemberg Bohórquez C. (GIMNASIO LAS PALMAS)
Educador e investigador. Escritor educativo y de aprendizajes
Lic. en Filosofía y Educación: Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia
Postgrado de Especialización Seminario Andrés Bello, del Instituto Caro y Cuervo, Bogotá
Postgrado Univ. de Augsburg (Alemania)
Exinvestigador del Instituto Caro y Cuervo, Bogotá
Exinvestigador del Sprachenzentrum, de la Univ. de Augsburg
Cofundador académico de la Universidad S. Martín. Bogotá.
Rector Fundador del colegio Gimnasio Las Palmas y de Cetincol S.A.S., Bogotá
Actualmente, director del Programa de Estudios en el Exterior para Egresados GLP