Neuromitos en la Educación: Su influencia en el aula y en los padres de familia (28ª. Entrega)

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En el siguiente artículo encontrarás la verdad acerca del funcionamiento del cerebro, las tareas que ejecuta y los estudios que se han realizado al respecto.

 

Mito 113: Para explicar lo que pasa en el cerebro se puede hacer desde el modelo teórico conductista “estímulos-respuestas”. No es cierto. Según esta corriente psicológica, los distintos tipos de estímulos provocan también distintas respuestas. De acuerdo con esta explicación, en el caso de la producción de las emociones, éstas se originan en el cerebro como respuesta a estímulos producidos, normalmente externos. La investigadora de neurociencia afectiva, Lisa Feldman Barret (2019, p. 147-148), ya citada anteriormente, al respecto afirma: “El cerebro basado en estímulos-respuestas es un mito: la actividad cerebral es predicción y corrección, y construimos experiencias emocionales fuera de la conciencia. Esta explicación encaja con la arquitectura y el funcionamiento del cerebro. En pocas palabras: no he visto una serpiente y la he categorizado. No he sentido el impulso de correr y lo he categorizado. No he sentido mi corazón desbocado y lo he categorizado. He categorizado sensaciones con el fin de ver la serpiente, de sentir los latidos de mi corazón y de echar a correr.

He predicho correctamente estas sensaciones y, con ello, las he explicado con un caso del concepto “Miedo”. Así es como se construyen las emociones”; y más adelante: “Esta es, en resumen, la teoría de la emoción construida, una explicación de cómo experimentamos y percibimos emociones sin esfuerzo y sin necesidad de huellas dactilares emocionales. Las semillas de las emociones se plantan en la infancia, cuando oímos una y otra vez una palabra de emoción (por ejemplo, “enfadado”) en situaciones muy diversas. /…/ En todos estos casos, nuestro conocimiento conceptual de “Enfado” dirige la categorización, y nuestro cerebro crea un significado que está vinculado con el contexto”.

Mito 114: Las personas zurdas son más talentosas para aprender y en lo que hacen. No es cierto. Se habla, por ejemplo, en el deporte, o para aprender matemáticas, o física, o para habilidades deportivas, que los zurdos son más eficientes que los diestros, pero en realidad esto no está comprobado, ya que depende de qué tanto se ejercita el cerebro, y de las influencias culturales, pues el cerebro de hecho se vuelve más habilidoso en aquello en lo cual se entrena o práctica. Al respecto, el médico y neurocientífico Facundo Manes (2016, p. 71-72) afirma: “Diferentes investigaciones han mostrado que la laterización está asociada a factores genéticos, hormonales, de desarrollo e, incluso, culturales. Hay una tendencia a etiquetar a los zurdos como personas con mayor talento que los diestros en algunas actividades (como, por ejemplo, las artes y los deportes). Comúnmente, para ratificar esto, se señalan ejemplos de muchas personas talentosas en la historia que eran zurdas. Pero hay que ser cautos y no querer llegar a conclusiones simplificadoras. La sugerencia de que los zurdos son especiales (léase creativos, habilidosos, simplemente, diferentes) tiene una parte de datos factuales y otra de mito. Claro que la lateralidad cerebral es compleja y el comportamiento humano no puede explicarse solamente por estas cualidades. Si no, debería existir un 10% de la población en el mundo que fuesen Leonardo, Mozart, Einstein o Messi y está visto que, para ser cualquiera de ellos, se necesita algo más que preferir un lado sobre el otro”.

Mito 115: Para percibir las emociones, no necesitamos conceptos, porque éstas tienen unas huellas dactilares universales que todo el mundo puede reconocer desde su nacimiento. No es cierto. Según la investigadora de la neurociencia afectiva, Lisa Feldman Barrett (2019, p. 68): “De acuerdo con la visión clásica, no deberíamos necesitar conceptos para percibir emociones, porque se supone que tienen unas huellas dactilares universales que todo el mundo puede reconocer desde el nacimiento”; y más adelante (p. 72): “Una serie de estudios llevados a cabo por los psicólogos James A Russell y Sherri C. Widen revelaron que cuando se enseñan configuraciones faciales de emociones básicas a niños de dos y tres años, no las pueden etiquetar libremente si no poseen conceptos claramente diferenciados para “Ira”, “Tristeza”, “Miedo”, etc. Los niños de esta edad utilizan palabras como “triste”, “enfadado” y “asustado” de manera intercambiable, como los adultos con poca granularidad emocional. No es una cuestión de entender los nombres de las emociones; aunque estos niños aprendan los significados, les cuesta emparejar dos rostros compungidos, mientras que les es fácil hacer corresponder un rostro compungido con la palabra “triste”. Los resultados en el caso de los bebés son igual de reveladores. /…/ Cuanto más remotos son los conceptos emocionales, peor reconocen las personas las emociones que, supuestamente, manifiestan los estereotipos mostrados. Esta progresión es una prueba clara de que la gente solo ve una emoción en un rostro si posee el concepto emocional correspondiente, porque necesita este conocimiento para construir percepciones en el momento”.

BIBLIOGRAFÍA

  • FELDMAN BARRET, Lisa (2019). La vida secreta del cerebro. Cómo se construyen las emociones. Edit. Planeta, 3ª.ed.,.(1ª.ed.2017, Edit. Paidós, Barcelona). (Título original: Haw emotions Are Made).
  • FACUNDO MANES, Mateo Niro. (2016). Usar el cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor. 3ª. ed., Planeta, Bogotá. (1ª. edic. 2014).

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Especial para Revista Edu.co
Por:
Jesús Gúttemberg Bohórquez C. (GIMNASIO LAS PALMAS)
Educador e investigador. Escritor educativo y de aprendizajes
Lic. Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia
Postgrado de Especialización Seminario Andrés Bello, Bogotá
Postgrado Univ. de Augsburg (Alemania)
Exinvestigador del Instituto Caro y Cuervo, Bogotá
Exinvestigador del Sprachenzentrum, de la Univ. de Augsburg
Cofundador de la Universidad S. Martín. Bogotá.
Rector Fundador del colegio Gimnasio Las Palmas y de Cetincol S.A.S., Bogotá