Colombia es un país con grandes riquezas; privilegiado por su diversidad de ecosistemas, lo cual se evidencia en la abundancia y variedad de flora y fauna. Estamos bañados por dos mares magníficos y poseemos abundantes recursos en productos agrícolas y minerales. Somos un verdadero paraíso.
Sin embargo, a lo largo de nuestra historia, varios actores sociales han desangrado nuestro territorio, convirtiéndolo en un botín de guerra. Ante este panorama es importante que reflexionemos como educadores de las futuras generaciones que se desempeñarán desde distintos ámbitos sociales.
¿Estamos aportando lo suficiente para que los jóvenes que pasan por nuestras manos se conviertan en seres humanos plenos, generativos y comprometidos con nuestro país? ¿Estamos generando en nuestros estudiantes, desde que los recibimos en los colegios, valores como integridad, honestidad y rectitud?, ¿Cómo son nuestras acciones, y cómo ejercemos nuestra autoridad moral en beneficio de otros?, ¿Es nuestro discurso coherente con nuestras actitudes y acciones? ¿Estamos enseñando a nuestros estudiantes a ser parte de la solución y no del problema?
Es importante apoyar a nuestros niños, como padres y maestros, para que desarrollen el juicio moral, de forma que esto les permita aprender a reflexionar sobre sus propios valores a través de la asunción de roles, la toma de perspectiva, la empatía, de manera que florezcan en ellos las habilidades y las convicciones para resolver los dilemas que vayan apareciendo a lo largo de su vida. Es nuestra responsabilidad entregarlos a la sociedad con capacidades de toma de decisiones para que sean justos y responsables consigo mismos y con quienes les rodean. Así, el capital humano será, también, parte de esa riqueza nacional que, en lo material, nos hace un país tan especial.
Adriana Ramírez Casallas
Coordinadora General, Colegio del Bosque Bilingüe