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Peleas de niños… el horror de los padres

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Las peleas son un tema que pone en jaque a muchos padres y educadores, a veces no sabemos cómo manejarlas o no entendemos porque a pesar de actuar al respecto la situación no cesa. María Camila Benítez, directora de Allegro Preescolar comparte tres sugerencias para manejarlas.

En el momento del conflicto una palabra más o un tercer actor puede ser simplemente eso, no hará mucho eco en la cabeza de los pequeños, cada uno tiene en su mente la única idea de salirse con la suya. La siguiente lista podría llegar a ser útil al enfrentar una situación de conflicto:

Salir Por lo general no intervenir es una excelente solución para que los niños aprendan a solucionar los conflictos por si solos, muchas veces cuando mamá o papá intervienen en la pelea de dos hermanos, ellos sienten que se está tomando partido por uno u otro, el conflicto puede incluso llegar a ser más grande. Confiar en que pueden resolverlo solos es una herramienta que invita a los niños a buscar una solución, los empodera y les permite aprender a resolver de manera autónoma.

Sé que no es fácil oír un par de niños pelear durante el día, cada discusión nos hace dar ganas de intervenir y silenciar el conflicto, el problema es que al no solucionar la situación estaremos de nuevo al frente más rápido de lo que imaginamos; muchas veces hemos sido testigos de un golpe de la nada, sorprendidos tomamos partida por la víctima argumentando que vimos que no hubo un motivo para agredir, si preguntamos al “agresor” que ocurrió, y permitimos que hable, nos encontraremos con un: “hace una semana el tomo mi juguete sin permiso”, entonces en realidad el golpe no fue de la nada, los niños se sienten afectados profundamente por episodios que para los adultos son “bobadas” y si este tipo de acto no se maneja adecuadamente dando una solución, se presentará una y otra vez, hasta que el niño sienta que se hizo justicia. Por esta razón cuando el adulto interviene para acabar la pelea y castiga, premia o simplemente aísla sin resolver, solo la está dilatando, muchas veces lo que necesitan los niños es liberar la tensión que produjo en cada uno y ellos mismos llegan a un acuerdo.

Separar Cuando hay agresiones físicas es necesaria la intervención de un adulto, pero OJO esto no quiere decir sermonear, castigar o premiar a ninguno de las partes, jamás debemos tomar partido, en una pelea de niños no hay víctimas ni victimarios, esto significa que hay que separar los niños, tomándolos a ambos de la mano o llevando uno por uno a otro lugar o ubicándose en la mitad para separar, no es necesario hablar en ese momento, si vamos a hacerlo será para validar el sentimiento de ambos e indicar que pudo haber otra forma de resolver sin agredir.

Ante un golpe muchos adultos deciden reprender a quien lo hizo con frases como: “mira como lo hiciste llorar, pobrecito”, “le pegaste durísimo, ¡eso no se hace!”, o a quien lo recibió: “¿quién te manda?, eso te pasa por molestarlo”, “¡te lo buscaste!”, e incluso hay algunas frases que se pronuncian para aliviar a los avergonzados padres como: “¡Tranquilos tan pronto llegue al jardín/colegio y le den más duro, aprenderá a no hacerlo!” o “¡Apenas se encuentre con el que le devuelva, dejara de pegar!”. Habrá otros más osados que con el dolor de ver sus hijos lastimados, lanzaran juicios como: “los niños son el reflejo de lo que ven en la casa” o “¡Que agresivo es tu hijo!, ¿cómo es el trato con tu pareja en casa?” y así… En realidad esas personas no tienen idea de lo que dicen, la ignorancia es atrevida y aunque sí, es cierto, algunos niños golpean porque lo ven en casa, la gran mayoría solo lo hacen como reacción a una acción que sintieron como ofensa, por defender su territorio, turno, juguete o juego sin medir que podría lastimar al otro. Un niño no tiene en su mente la idea de herir al alguien más, pero si saldrá herido ante una intromisión inadecuada.

Soportar Hay momentos en los que realmente si se necesita la presencia de alguien más, puede que las palabras sean ya muy fuertes, veamos venir un golpe o simplemente la tensión es tan alta que no les permite pensar en una solución, en este caso si se necesita un adulto “mediador”. ¿Cómo intervenir? Simplemente presenciando, podemos tomar la mano de cada uno y acompañar en silencio, abrazarlos al tiempo con la intención de bajar los ánimos o solo sentarnos cerca y mirar lo que está ocurriendo. La imparcialidad es clave, cuando un padre emite una sentencia, hace que su hijo pierda la confianza en él, si por el contrario lo hace mártir, está enseñando que lo que hizo estuvo bien, así su acción haya sido lo que provocó la reacción del otro. El sentido de justicia en los niños es básico y por más doloroso que sea el escenario para nuestro lado tenemos que mantenernos en una posición neutral.

En todos los casos será oportuno propiciar una charla después de que haya ocurrido todo en la que sin enunciar nombres propios, explicaremos porqué fue un comportamiento inadecuado de ambas partes, validando el sentimiento que produjo de manera natural y lo más importante recalcando las cosas positivas del conflicto y empoderándolos a resolverlo de manera asertiva la próxima vez.

Siempre debemos rescatar la buena acción, pues por naturaleza prevalece lo “malo” pero en realidad las cosas positivas hacen más eco y abren el corazón de quienes están oyendo. Cuando después de explicar a los niños que Juanito no debió colarse en la fila y que la forma adecuada de defender su puesto no era con un empujón, debemos proceder a recalcar, que estuvo bien que Pepito defendiera su lugar en la línea y que Juanito respondió adecuadamente pidiendo que no se le golpeara más. En ese instante en que se sienten validados es posible que se animen a pedir una disculpa de corazón por la mala acción y así mismo acepten perdonar la mala acción de su compañero.


Por: María Camila Benítez.
Directora Allegro Preescolar