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El emprendimiento como estilo de vida

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Cada uno de los seres humanos por naturaleza poseen una esencia de emprendimiento. Cada situación que se nos presentó en el transcurso de nuestro crecimiento, ha dado los retos suficientes para emprender la campaña de superarlos.

Desde el simple gateo, visto así en nuestros tiempos, hasta la compleja tarea de caminar, supusieron la creación de toda una estrategia mental emprendedora de administrar una de las grandes habilidades otorgadas al ser humano.
No se sabe en qué momento ese ímpetu empieza a declinar, pues cuando estas significativas experiencias empiezan a ser superadas, la llama interna del mejoramiento empieza a tomar un rumbo diferente. Así es que cuando camino, corro, hablo, pienso y discuto, funciones innatas a la condición humana, el ser como tal entra en una especie de aletargamiento funcional y de acomodación social en donde si el contexto no le exige más, nos quedamos flotando en un ambiente de total confort.

Es bastante peligroso este estado, pues aparecen aquellos que por más que han cumplido con sus propósitos iniciales, no se queda en tal estado, sino que desde el propósito empiezan a gestar más caminos de crecimiento. Seguramente esta será la base de la diferenciación social o de la mala distribución de la riqueza en el mundo, y es aquí en donde la escuela entra a jugar un papel trascendental en la formación de los estudiantes, futuros activos de la sociedad.

Cuando hablamos de emprendimiento, solemos confundir o mejor aún encasillar el término en producción de dinero, y este concepto va más allá. Hablamos de la administración de la vida en todos sus aspectos, en la proactividad del enfrentamiento de cada uno de los momentos de cambio de la persona, hablamos de hacer crecer nuestro entorno y por ende de la recepción de los beneficios que este cambio nos genere.

Pero indiscutiblemente debemos repensar la escuela, pues no podríamos seguir en la continuidad de la formación de seres no pensantes, críticos de su propia realidad, pero desde el punto de vista constructivo y no destructivo como podría suceder con los esquemas sociales cuya bandera es la no aceptación por la no coincidencia de paradigmas y no por la posibilidad del crecimiento grupal.

Herramientas como la investigación, la creación, la responsabilidad social, la ética entre otras, serán la base para poder hablar en un futuro cercano de generaciones de emprendimiento. Actualmente los indicadores de desarrollo de los países van muy de la mano con la capacidad de sus integrantes de generar nuevos conocimientos orientados a la resolución de sus propias necesidades, por lo que acá podríamos pensar que sería la base en la consecución de emprendedores, que sus propios sistemas estén arrojando.

En Colombia las cifras indican que los datos han estado mejorando con respecto a las intenciones formativas de una comunidad emprendedora. Más de 6 millones de colombianos están vinculados en proyectos de innovación y de generación de soluciones de necesidades que se han venido identificando en sus propios contextos.

La escuela es determinante en este aspecto, pues será desde la conceptualización de las herramientas de formación, desde donde tendrá que hacerse el verdadero cambio para las futuras generaciones, pero no solamente desde la formación del niño sino entendiendo que el alcance del mismo proceso deberá hacerse al interior del núcleo familiar que es en donde se consolidaría la verdadera misión educativa.

“Todos tus sueños pueden hacerse realidad si tienes el coraje de perseguirlos”. Walt Disney

Especial para Revista Edu.co
Por: Orlando Matiz Villamil
Rector Gimnasio Campestre Los Cerezos